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viernes, 10 de octubre de 2008

los tontos útiles

Los Tontos Útiles, esos que sueñan con la repartición de las riquezas, ignorando que: "los que reparten y reparten se quedan con la mayor parte". Esos paranoicos que se consideran paladines de la Justicia Social y que se imaginan a sí mismo como Quijotes, atacando a los Molinos corporativos que esclavizan a los pobres y a las minorías.

Esos Tontos Útiles sueñan que todos somos iguales, pero ignoran el simple hecho de que aún que somos iguales ante Dios, no lo somos ante los hombres, porque cada uno de nosotros somos un universo individual y diferente.

Esos Tontos Útiles ignoran que poseemos diferentes culturas, diferentes gustos, diferentes intereses y prioridades. Pero sobre todo, que poseemos diferentes capacidades, mayores o menores grados de ambiciones, y sobre todo, una desproporcionada cantidad de ese misterioso factor llamado suerte, lo cual hace que unos tengan más que otros y para cambiar eso, es decir, para adaptar al hombre al Socialismo, habría que cambiar por completo la naturaleza humana.

John Pérez-Sampedro

El término "tontos útiles" lo uso por primera vez Lenin, refiriéndose a los estadounidenses que se mudaron a la Unión Soviética tras el éxito de la Revolución Bolchevique. Sirvieron como fanáticos agentes de propaganda del sistema, ya dentro de la URSS como ejemplo del fracaso capitalista o fuera de la URSS "contando" (nótense las comillas) lo bien que se vivía allá. Un ejemplo moderno muy a mano lo tenemos en todos esos intelectuales latinoamericanos al estilo de Eduardo Galeano, que se van a Cuba en tour con todos los gastos pagos por el gobierno y vuelven cotnando como en Cuba todo es gratis y la gente es feliz. O (supuestamente) pasan una temporada con los guerrilleros de las FARC o del EZLN y salen por ahí diciendo que los guerrilleros son buena gente, que no lastiman a nadie, que no tienen rehenes y cada quien es libre de irse cuando quiera, pintando algo más parecido a Woodstock (sexo, drogas, chamanes y Silvio Rodriguez) que a un campamento militar.

El líder comunista italiano Antonio Gramsci, tras su visita a la URSS y su fracaso estrepitoso en los intentos de formar una partido comunista italiano fuerte, fue metido en prisión por Mussolini y ahí tuvo bastante tiempo para meditar sobre sus metidas de pata.

Llegó a la conclusión de que el sistema de revolución "desde abajo" planteado por el primer comunismo, no tenía futuro, porque los valores fundamentales de la sociedad rechazaban de plano las políticas comunistas. Como ejemplo está el intento de golpe de Estado en Alemania, en el que los comunistas fueron reducidos por los propios sindicatos. Los valores cristianos que guiaban a la sociedad estaban enfrentados con los valores comunistas. Por eso, para cambiar la sociedad, primero debían cambiar los valores.

Haciendo la historia corta, sus ideas tuvieron buena acogida y la Internacional Comunista empezó a funcionar como centro multimedia, produciendo revistas, libros, programas de radio y películas. La Universidad de Frankfurt fue el primer centro académico de difusión de estas ideas, ya que contaba con un núcleo de intelectuales comunistas en el Instituto de Investigación Social. De ahí salieron varios intelectuales que fueron a parar en la Universidad de Columbia de Estados Unidos después de la Segunda Guerra.

En la Universidad de Columbia se comenzaron a elaborar las teorías críticas al respecto de la cultura occidental capitalista, que se unieron al auge del Keynesianismo en la economía, y terminaron dando como producto la actual ideología "progre" occidental. Dicha ideología es una mezcla de viejas ideas comunistas, con el estatismo de Franklin D. Roosevelt, la corriente keynesianista de la economía y regurgitaciones del mito del buen salvaje de Rousseau.

Con eso definitivamente comenzó la revolución "desde arriba". Al convencer a los intelectuales de las virtudes de las teorías socialistas, él mismo actúa como difusor. El intelectual típico solamente repite ideas de segundas o de terceras oídas, no se detiene a analizar el asunto. El socialismo se presta muy bien a esa actitud porque los efectos negativos de sus ideas casi siempre son secundarios. Es la miopía intelectual que denuncia Henry Hazlitt en "La Economía En Una Lección".

Por otro lado, por la apelación a las emociones por sobre la razón resulta más fácil convencer a personas que no tienen el tiempo o la voluntad para seguir un largo razonamiento y un análisis profundo. Además la reacción es autocatalítica, porque al aumentar la cantidad de intelectuales socialistas, otros intelectuales y el pública caen en la falacia de "argumentum ad verecundiam" (apelación al referente) y en el "argumentum ex populo" (apelación al número) Con los defectos añadidos de que tales intelectuales no son realmente referentes ni son tantos. La mayoría de los intelectuales socialistas son escritores, médicos, arquitectos, sicólogos y otros profesionales que no tienen ni siquiera nociones de filosofía, economía o política. Además tienen mucha visibilidad porque los medios saben que el público es emocional y le da material emotivo, lo que hace más visible a un poeta socialista reclamando un seguro de desempleo para ayudar a los hambrientos que a un árido economista conservador desarrollando sus argumentos para probar que tal idea es absurda.

El capitalismo, que apostaba tozudamente a los valores cristianos, a las libertades individuales y por sobre todo al cambio social desde cada individuo y desde abajo, fue tomado por sorpresa. En menos de 100 años el largo camino recorrido desde el Renacimiento fue desandado a saltos.

Nadie sabe realmente qué nos espera ahora. Por mi parte siento miedo.

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