En primer lugar hay razones para sospechar que no está bien:
1- Los animales salvajes no practican la venganza. No vas a ver caribúes persiguiendo a una jauría de lobos porque mataron a uno de sus amigos.
2- Es una práctica cada vez menos difundida según el grado de avance más alto de un pueblo.
3- El vengador no ve reparado el daño sufrido ni gana nada con su acto de violencia, excepto una momentánea gratificación espiritual.
4- Es peligroso. Cuando se busca a un individuo que cometió violencia uno se expone a sufrir violencia de nuevo.
5- Para un observador externo, el acto de venganza es indistinguible de una primera agresión. En este caso no importa la historia anterior, de la misma forma que no importa el amor previo si un hombre viola a su pareja.
6- Otros agresores, terceros en el primer conflicto, no se verán intimidados por la venganza. Los agresores siempre parten de la base de que "se saldrán con la suya". Lo que los detiene es una excesiva dificultad con respecto a las posibles ganancias. Esto es, a los agresores se los detiene con una buena defensa, no con una cruel venganza. En todo caso la posibilidad de la venganza llevaría a que las agresiones sean más violentas para impedir las futuras represalias.
Excepto en casos de ataques reiterados, el aspirante a vengador queda en una posición más ventajosa si olvida lo sufrido y continúa con su vida. Atacar a un hombre que ya no te amenaza, a un viejo enemigo de la escuela que camina con muleta y escupir en una tumba son actos igualmente inútiles y cobardes.
Si Andrés comete un acto de agresión contra Bruno, desconoce los derechos fundamentales de Bruno, con lo que desconoce totalmente la existencia de derechos básicos, incluidos los propios. Sin embargo, una vez cesada la agresión, nada impide que Andrés vuelva a reconocer la existencia de derechos inalienables o que la conozca por primera vez.
Si Andrés es incapaz de reconocer derechos, por adoctrinamiento o por defectos mentales, desde el punto de vista social no es más que un animal salvaje. Si ataca y huye hay que dejarlo huir.
Si Andrés es perseguido por un rencoroso Bruno y sufre un intento de venganza mientras reconoce los derechos humanos básicos (y realmente no importa si es por conveniencia, ya que todo el contrato social se basa en la conveniencia personal) entonces Bruno es quien queda desprotegido en sus derechos, exponiéndose a ser lastimado (incluso muerto) en defensa personal por Andrés o por un representante suyo, sin que le corresponda esperar una reparación por ese daño.
La reciprocidad no se refiere a que ambas personas se traten de la misma forma mutuamente, lo que es imposible y demostrable en la práctica en infinidad de situaciones, sino a que ambos se manejen en los mismos términos para guiar sus relaciones interpersonales. Un agresor desconoce sus propios derechos al desconocer los del otro y lo mismo hace un vengador.
En comprensible que Bruno busque "emparejar las cosas" al desear que Andrés sufra un daño equivalente al que causó (ojo por ojo, violencia por violencia), pero no es aceptable que se le brinde un respaldo institucional a los caprichos de Bruno y que incluso se convierta al gobierno (justamente el que teóricamente debe velar por los derechos de todos) como agente ejecutor de la venganza.
En todo caso, que Bruno busque la venganza por sus propias manos y que sufra las consecuencias como cualquier agresor.
3 comentarios:
Hola Gustavo !
Me da gusto leer de ti de nuevo, he estado desconectado desde hace un buen tiempo, creo regresar con mas ganas que antes y leer entradas como antes.
Muchos saludos desde San Diego CA
Ray
Hola Ray
También es un gustazo verte de nuevo. Ojalá te pueda leer seguido.
Un abrazo desde Montevideo.
Gustavo
:)
Excelente racionamiento.
Publicar un comentario