miércoles, 2 de junio de 2010
la cultura de la paz
Recuerdo un relato de kung fu, sobre un monje y su aprendiz que paseaban por el río cuando vieron a un tigre acechando a una grulla. Con su polluelos en el nido, la grulla no podía huir. El tigre avanzó hasta estar cerca y la atacó. La grulla casi no se movía de su lugar, concentrada en proteger el nido. El tigre atacó una otra vez con sus garras y sus colmillos. Cada vez la grulla lo rechazaba moviendo sus alas, empujándolo con las patas y lanzando picotazos. Finalmente, cansado y adolorido, el tigre se retiró.
El aprendiz sugirió que todos deberíamos ser fuertes y temibles como el tigre. Su maestro lo corrigió: "Debemos ser como la grulla. Sus motivos deberían ser suficientes para indicártelo. El tigre vive para luchar otro día mientras que la grulla lucha para vivir otro día."
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