La muerte espera, desespera, exaspera
la muy puta se queda quietita.
Pequeña, nervuda, como una viejita bruja.
Quiero arrojarle algo para espantarla,
una piedra o una lata de arvejas.
Ella se queda esperando.
No me dice nada,
no me da excusas.
Triste, triste me quedo,
porque no puedo espantar a la muerte
que me regala su sonrisa cínica de pocos dientes
cada vez que me ve pasar.
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